dijous, 14 d’abril del 2011

La manzana en la oscuridad

"... En realidad, concluyó muy interesado, sólo había imitado la inteligencia, con aquella falta esencial de respeto que hace que uno imite. Y con él, los millones de hombres que copiaban con enorme esfuerzo la idea que se tenía de un hombre, junto a los millares de mujeres que copiaban atentas la idea que se tenía de una mujer y millares de personas de buena voluntad que copiaban con esfuerzo sobrehumano su propia cara y la idea de existir; por no hablar de la concentración angustiada con que se imitaban actos de bondad o de maldad, con una cautela diaria para no resbalar hacia un acto verdadero, y por lo tanto incomparable, y por lo tanto inimitable, y por lo tanto desconcertante. Y mientras tanto, hay alguna cosa vieja y podrida en algún lugar inidentificable de la casa, que nos hace dormir inquietos, y la incomodidad es la única advertencia de que estamos copiando, y nos escuchamos atentos bajo las sábanas. Pero tan distanciados estamos por la imitación, que aquello que oímos nos llega tan sin sonido como si se tratase de una visión invisible, como si estuviese en una tiniebla tan compacta que las manos serían inútiles. Porque incluso la comprensión imitan las personas. La comprensión que nunca había sido más que lenguaje ajeno y palabras.
          Pero quedaba la desobediencia..."


[Clarice Lispector]

2 comentaris:

  1. Nos volvemos presas de l aimitación, de las reglas, de todo aquello que va marcando la sociedad, las circunstancias...la vida misma. La desobediencia quizás sea parte del a libertad.

    Un fuerte abrazo.

    ResponElimina
  2. Si, y la desobediencia es la única manera para cambiar estas reglas, que sólo se sustentan porque las repetimos una y otra vez sin preguntarnos por que lo hacemos y si es esto lo que realmente queremos.

    Saludos!!!

    ResponElimina